- Me temo que esta es la situación de las arcas, monseñor.
- ¿Me estás diciendo Hugues que debo defender el Santo Sepulcro con apenas unos talentos para 300 caballeros?
- Me temo que es así, monseñor. Estamos aislados en Jerusalén. Las 2000 almas cristianas bajo vuestra protección apenas generan ingresos. El acceso a la costa es demasiado aventurado y...
- Suficiente. Lo he entendido.
De Monfort iba a añadir algo más pero se contuvo a tiempo. La cara del duque de la Baja Lorena no invitaba precisamente a desobedecerle. Tras los años de viaje y luchas para recuperar los Santos Lugares los habitantes de Jerusalén, cristianos o no, reconocían a distancia la cara de mal humor del Defensor del Santo Sepulcro, encarnación misma de la ira del Altísimo y, como tal, temida.
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Es bastante interesante. Por eso hay que saber interpretar las estadísticas para que ellas no lo manipulen a uno, jejeje.